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Todas las mañanas, un mismo ritual se repite, en los hogares de millones de personas en buena parte del mundo. Suena la alarma del móvil y automáticamente después de apagarlo se abren dos aplicaciones, whatsapp para responder a lo que nos hayan escrito e Instagram.

Instagram nos va mostrando una secuencia de fotos, nuestro primo se ha comprado un coche nuevo, el anillo de compromiso de nuestra amiga de la universidad tiene un diamante bien gordo, nuestro otro amigo del trabajo nos enseña vídeos de su cachorro haciendo monerías y nuestra amiga de la infancia está de vacaciones en un lugar exótico. Ante eso, nos preguntamos, ¿cómo pueden permitirse todo eso?

La influencia de Instagram

Recientemente ha salido la noticia de una mujer en Canadá que ha cancelado su boda, su presupuesto era de 60.000 dólares canadienses, que pensaba costear a cambio de solicitar 1.500 (casi mil euros) como regalo a cada uno de los invitados. Lo de solicitar es una forma de hablar, si un invitado no estaba dispuesto a pagar esa cantidad, no estaba invitado a la boda.

Al final poco a poco los invitados se han ido rebelando y han decidido no atender la boda y no pagar su parte. La pareja se ha roto y ella escribió en Facebook criticando a sus amigos que no estaban dispuestos a pagar esa “pequeña” cantidad por un día especial que le haría sentir como una Kardashian. Mientras un usuario que afirmó ser su primo acabó comentando que su prima parecía obsesionada con la vida de estas hermanas y su lujoso estilo de vida expuesto en Instagram, redes sociales y televisión.

No obstante, esto es un caso extremo, pero ¿cómo se consiguen permitir el estilo de vida nuestros amigos? Si somos trabajadores, hemos estudiado y nos sentimos afortunados de nuestro empleo bien pagado a pesar de la crisis ¿cómo lo consiguen?

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Bueno, digamos en esa secuencia de fotos la gente comparte lo que considera. No comparten el préstamo que han tenido que coger para pagar el coche. No comparten que el anillo de compromiso ha hecho que se retrasen con el pago del alquiler, no comparten la deuda con tarjetas de crédito que han tenido que tomar para irse de viaje y no saben cómo van a conseguir pagar a la vuelta.

Nuestro éxito no debería de mirarse en ese sentido, sino que deberíamos de fijarnos en otros indicadores más serios.

Nuestra posición de verdad

Según la Encuesta anual de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística el sueldo medio (en 2016, datos más recientes) en España era de 23.156,34€ por trabajador, 20.131 para mujeres y 25.924 para hombres (y estos son los datos brutos, antes de impuestos). Además el salario más frecuente era de 16.497,40€, el salario mediano (que deja a la mitad de los trabajadores por debajo y la otra mitad por encima) era de 19.432,62€ anuales. Se puede encontrar más información aquí. Además tengamos en cuenta que los jóvenes al tener menos experiencia suelen tener sueldos menores que los mayores, que ya tienen una posición más consolidada.

Además el patrimonio medio neto en España de las familias es de 274.000, siendo 182.000 euros el no financiero (vivienda, vehículos, obras de arte, joyas, el negocio familiar). En 2014 la deuda media de la familia española era de 42.000 euros, 88.9000 euros si se tienen menos de 35 años. Y aunque el endeudamiento familiar fue disminuyendo en los años posteriores, en 2017 volvió a repuntar (y muy probablemente lo haya seguido haciendo durante 2018). Sólo el importe medio solicitado por una hipoteca en España en 2017 estaba en 116.629€ con un sueldo medio de 23.106€.

Luego si nos parece que los demás están ganando y gastando mucho más, puede ser cierto, pero también es posible que se estén endeudando demasiado. Nuestra opinión sobre nuestras finanzas personales no debe basarse en lo que vemos a otros gastar en Instagram. Es mejor que veamos las estadísticas para plantearnos si lo estamos haciendo mejor o peor, no una red social en la que se han encontrado vínculos negativos con la salud mental.