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Después de meses de preparación, de promoción y de ilusión, la final de Eurovisión llegó … y pasó. Los españoles Alfred y Amaia cantaron como los ángeles, pero se quedaron en los puestos más bajos, el 23 de 26. Días después, nadie parece lamentarse ni hablar de fracaso. Y para qué, si TVE alcanzó su objetivo: ser éxito rotundo de audiencia. El sábado 12 de mayo, más de 7 millones de españoles (43,5% de cuota de pantalla) se congregaron frente a la 1 de TVE para ver la gran final celebrada en Lisboa, el segundo mejor dato después de la actuación de Chikilicuatre en 2008. El momento álgido se concentró en las votaciones que dieron la victoria a la representante de Israel, Netta Barzilai.

Tras la resaca, es hora de cuantificar. ¿Cuánto dinero público costó la participación española en Eurovisión? Aún es pronto para saber la cifra exacta, pero se calcula que el coste será similar a otros años, en torno a los 400.000 euros, según datos de la propia RTVE que, a pesar de ser un organismo público, siempre se ha mostrado reticente a ofrecerlos, hasta que se aprobó la Ley de Transparencia en 2013. El más caro fue en 2016 que, con la actuación de Barei y su puesto 22, tuvo un gasto de 445.000 euros.

La mayor parte del coste, el 75%, se dedica al canon que TVE debe abonar a la UER (Unión Europea de Radiodifusión), el ente encargado de organizar el festival y que incluye, entre otras cosas, el alquiler de la cabina de retransmisión. El 25% restante se distribuye en diferentes partidas que van desde las más caras (dirección artística, presentadora, vestuario, jurado, atrezzo, decorado, comentaristas, dietas y alojamientos, gastos de invitados) hasta las más sencillas como taxis, material de oficina, repuestos, comidas de rodaje, transporte o asistencias técnicas.

 

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